Pleitos en un Concurrido Parque [Social/Libre]

Una bella y cálida tarde se desarrollaba en la Zona Libre, aquel lugar donde los participantes del torneo podían venir a disfrutar de su ocio y "libertad". Hoy curiosamente el parque donde pasaba mis tardes estaba muy concurrido, había muchas más personas que de costumbre lo que se traducía en una verdadera molestia para mí que simplemente buscaba tener un momento de paz. Había mucha gente hablando por todos lados, cuchicheos y demás, todo se parecía tanto al mundo de los mortales que comenzaba a dudas de si todos estos seres eran realmente tan poderosos como yo... En fin, normalmente me sentaba debajo de un árbol a la sombra, pero al haber tal cantidad de personas simplemente me subí a uno y me senté en una de sus ramas más gruesas, crucé mis piernas para estar más cómodo mientras con mis manos me sujetaba a esta para no perder el equilibrio.

Ante el aburrimiento que representaba estar simplemente sentado sin poder concentrarme debido a los resonantes susurros y voces hablando al unísono me dediqué a observar a los montones de seres que estaban en la zona, veía hombres muy similares a los mortales, pero con cosas que los diferenciaban como cuernos o garras, parecían híbridos entre bestias y hombres, también había seres que parecían niños inocentes jugando por ahí, también animales de gran tamaño y hasta hombres de acero, todo era muy diferente a mi mundo y comenzaba a preguntarme como seria la vida de otros dioses en los otros universos... En fin, mi análisis del entorno fue interrumpido por unos gritos que se oían en las cercanías. Dos hombres de gran tamaño se estaban gritando como animales, típicos pleitos que observe alguna que otra vez entre los humanos de mi universo. Ambos parecían esta enfadados por alguna razón que nadie aparentaba entender y aunque llamaron la atención de los demás pronto su presencia fue ignorada a pesar de que la discusión seguía y poco a poco aumentaba de tono... Yo por mi parte no podía ignorarlos, eran irritantes y molestos, si nadie hacia nada para detenerlos pronto... bueno, se las tendrían que ver conmigo...

Sang observó cómo ambos mastodontes eran detenidos por una voz que ejercía cierta autoridad sobre todos los presentes. Alcé más mi mirada dirigiéndome hacia la fuente de aquella voz y me encontré con un hombre de vestiduras marrones y cabello blanco que portaba un gran libro. Si la memoria no me fallaba aquel sujeto era uno de los “siervos del gran rey”, aquellos que en teoría debían mantener el orden aquí, lo podía recordar perfectamente ya que fue uno de los que en el pasado me redujo a nada cuando varios de los participantes exigíamos que se nos regresara a nuestro mundo, sus poderes eran intrigantes pero tampoco había demostrado ser mucho más fuerte que yo… quizá si hubiera tenido mis poderes y no solo una versión reducida de estos hubiera podido darle pelea sin demasiados problemas. Pero en fin, a pesar de que podía reconocerlo aquellos grandulones no lo habían hecho, de hecho luego de echarle una fea mirada comenzaron a discutir nuevamente. Yo ya estaba harto, una mueca de disconformidad se dibujó en mi rostro y bajé de mi improvisado asiento de espectador para comenzar a avanzar hacia ellos. Me posicioné detrás de uno y sin siquiera decirle nada le dí un puntapié en el tobillo con tanta fuerza que del golpe el hombre cayó al suelo frotándose dicha zona.

- ¡Ya basta de alborotos malditos insectos inservibles! ¡Enturbian mis pensamientos! – dije en un tono severo, me dirigía a ellos como un superior a pesar de ser un participante, pero ciertamente no se me podía catalogar en el mismo lugar que escoria como esta que no sabía comportarse. Luego de esto el hombre que había pateado se levantó y me jaló de mis ropajes lanzándome una mirada amenazante con la cual ni siquiera me inmuté, de hecho hasta se la devolví – Piérdete basura – la ira se notaba a kilómetros de distancia en los ojos de este hombre, pero no me echaría para atrás, puede que físicamente no nos viéramos igual de fuertes, pero en realidad tenía tanta fuerza como este hombre y el otro… Tch, hasta me da algo de asco admitir dicho hecho…

Los hechos se habían desarrollado de forma desventajosa para mí, y me di cuenta de esto luego de que de una ráfaga de viento aquel hombre nos tumbó a todos. Sabía que debía ser cauto en estas situaciones, este hombre junto a los demás ciervos eran los únicos capaces de usar sus poderes fuera de las arenas de batalla, así que debía intentar causar el menor alboroto dentro de lo posible, sino este hombre podía llegar a darme una buena paliza él solo, aunque odiara admitirlo.

Acatando y siguiendo sus palabras que exigían autoridad por parte de nosotros, me paré sin mucho esfuerzo y limpie el polvo sobre mis ropas, luego dirigí una mirada carente de todo sentimiento hacia aquel hombre y luego me volteé para volver a sentarme en mi árbol. No debí haberme entrometido desde un comienzo, sino podía acabar metido en una situación muy peligrosa para mi seguridad. En fin, ya me retiraba del lugar de los hechos y supuse que los otros dos también se irían de allí, pero para mi sorpresa no fue así.

Aquel grandulón se levantó rápidamente y me golpeó en la nuca provocando cayera al suelo en el acto, llevé mis manos a esa zona debido al dolor y una vez en el suelo me lamente internamente - ¡Maldito bastardo! Si tuviera mis poderes... - apreté mis dientes con furia para luego dirigir una mirada de odio hacia aquel sujeto detrás de mí que sonreía triunfante - ¡Y el otro inútil no hace nada! ¡Debió haberlos matado desde un principio! - no quería levantar mucho la voz, desde que me había reducido a nada durante las primeras subversiones de participantes no deseaba volver a enfrentarme a estos siervos del gran rey otra vez... aunque odiara admitirlo...

- ¡Cállate maldito vejete! ¡Ya estoy cansado de esta basura de torneo! ¡Quiero irme de aquí ya! - dijo aquel sujeto entonando odio en sus palabras, para luego lanzarse hacia el hombre que nos debía controlar, supongo que se había confiado por ser mucho más grande en tamaño que él, pero eso lo llevaría a morir, era su fin... Nadie que levantara su mano en contra de un Siervo del Gran Rey salía ileso... seguro le darían una paliza y luego lo devolverían a su universo...

Aquel sujeto al fin se encargó de aquel imbécil que me había agredido de forma tan rastrera y salvaje, ya mucho tuvo que pasar para que reaccionara de una vez. Me sorprendía que aquel hombre fuera llamado como la mano izquierda del Gran Rey, y me hacía pensar si esta entidad tan poderosa era realmente tan competente como nos hacían creer. Me levanté nuevamente con el rostro pintado de indignación, sacudí mis ropajes otra vez y dirigí una mirada de reproche hacia aquel sujeto. En parte era cierto, era mi culpa por haberme metido, pero realmente era culpa de este hombre por no haberse encargado correctamente de estos dos.

- Vaya incompetencia - dije en un tono de regaño pero sin exaltarme mucho, tampoco quería ser tachado de subversivo como este hombre, pero no podía callarme semejante error por parte de aquel sujeto que en teoría debía mantenerlos calmados a todos. Aunque admito que realmente me parecía más impresionante que aun hubiera subversivos capaces de hacer tanto escándalo. Era cierto que se oian rumores de grupos de participantes que planeaban realizar un golpe contra el Gran Rey y sus Súbditos, pero me parecía una estupidez, incluso si ese ser no resultaba ser tan competente como debería seguía teniendo un poder que nos superaba por mucho, así que realmente lo mejor que podíamos hacer en aquel momento era guiarnos por sus normas y quedarnos callados.

- ¡Hm! - exclamé en un tono de indignación mientras le daba la espalda a aquel hombre de blancos cabellos, no estaba para nada satisfecho con las situación, pero en fin, no habia nada más que hacer. La gente de los alrededores comenzó a dispersarse lentamente, y la gran mayoria comenzó a irse de este parque, al final la intervención de ese sujeto, aunque tardia, si habia traido beneficios para mí, ya que el parque volvía a estar casi vacio como de costumbre y posiblemente no se volveria a llenar en un tiempo.

Al llegar de nuevo a mi arbol y notar que la mayoria de personas se habia ido me acomodé bajo la sombra recostando mi espalda contra el tronco y mirando hacia el cielo, comenzó a soplar una brisa agradable que pronto calmó mi temperamento y permitió que me relejara, casi parecia como si aquel conflicto no hubiera ocurrido realmente y solo fuera un sueño. Sin embargo una voz me devolvió a la realidad.

- ¿Eh? ¿Donde estoy? ¿Que paso? ¡¿Donde estan todos?! - era ese grandulón que ya se habia recuperado del golpe, aunque parecia sumamente aturdido por el mismo. Sus preguntas que expresaba a travez de gritos estaban rompiendo el maravilloso silencio que se habia manifestado en el parque, así que para evitar que siguiera enturbiando mi paz tomé una roca y la lancé con toda la fuerza que podia dando directamente en el cráneo de aquel hombre. Este volvió a caer desmayado debido al impacto y ahora podia volver a mi paz de una vez y por todas.